Cuando el dinero sale por la puerta, el amor salta por la ventana.
Este dicho popular refleja una realidad a medias.
Por un lado, es cierto que hay un porcentaje que, en España, por lo menos se estima en un 14% de parejas que rompen su relación cuando llegan los problemas debido a la escasez de dinero. ¿El amor no era lo suficientemente sólido o hay algo más detrás de esta situación?
Lo cierto es que nos hemos vuelto egoístas, es un hecho que, al parecer, está implícito en nuestra sociedad de consumo.
Pero, hay un problema subyacente en esto.
Muchas parejas que, seguramente se equivocaron en su elección. Se mantienen unidas gracias a la falta de intimidad que proporcionan las escapadas, los viajes, las salidas con los amigos o con pequeñas o grandes compensaciones de placer pasajero: los regalos o auto-regalos.
Cuando eso se acaba, debido a las dificultades financieras se dan cuenta de que no son capaces de pasar una tarde y menos aún varios días a solas con la otra persona.
Por otro lado, la insatisfacción que les crea hace que, automáticamente, mediante el mecanismo que tenemos los seres humanos de “echar pelotas fuera”. Tendemos a culpar a la otra persona de esos acontecimientos.
Lo curioso que es también se da el hecho contrario. Muchas parejas continúan juntas a pesar de no soportarse, justamente porque no tienen el suficiente dinero para afrontar un divorcio y sobrevivir cada uno por su lado.
Cuando el dinero falta el amor sale por la ventana
La expresión "cuando el dinero sale por la puerta, el amor salta por la ventana" refleja una realidad sociocultural en la que las dificultades económicas ponen a prueba la fortaleza de las relaciones amorosas. Esta frase popular sugiere que el amor puede verse amenazado o disminuido cuando emergen problemas financieros. En una sociedad donde la estabilidad económica suele estar vinculada al éxito y la felicidad, la falta de dinero puede generar tensiones significativas en una pareja, llevando a discusiones y, en algunos casos, a la disolución del vínculo afectivo.
Aunque el amor es un sentimiento profundo y complejo, no está exento de influencias externas, como la situación económica de los individuos involucrados en una relación. Las expectativas sobre la calidad de vida, la capacidad de proveer y la seguridad financiera son aspectos que pueden impactar el día a día de una pareja. La presión por cumplir con estos aspectos puede causar estrés y resentimiento, lo que puede llevar a que el amor se resienta ante la ausencia de recursos económicos suficientes.
Es importante considerar que, más allá del refrán, existen parejas que logran sobrellevar las adversidades económicas y fortalecer su relación en el proceso. El apoyo mutuo, la comunicación efectiva y la redefinición de prioridades pueden ayudar a que el amor perdure a pesar de las dificultades financieras. Estas parejas demuestran que el amor no depende exclusivamente del dinero, sino de la capacidad de los individuos para afrontar juntos los retos que se presentan.
Por otro lado, la frase puede ser interpretada como una crítica a una visión materialista del amor, en la cual el éxito de una relación se mide por los bienes materiales y la comodidad que se puede ofrecer. Este enfoque puede llevar a descuidar los aspectos emocionales y espirituales que constituyen la base de una relación amorosa sólida y significativa. Por tanto, es esencial cultivar los valores y la conexión emocional que hacen que una pareja se mantenga unida más allá de las circunstancias económicas.
En última instancia, el dicho "cuando el dinero sale por la puerta, el amor salta por la ventana" invita a la reflexión sobre la naturaleza del amor y la importancia de construir relaciones basadas en la confianza, el respeto y la comprensión mutua. Aunque el dinero es un recurso necesario para la vida cotidiana, no debe convertirse en el pilar fundamental sobre el cual se sostiene el amor, ya que este último trasciende lo material y se nutre de la conexión genuina entre las personas.
Como vemos, el dinero, es uno de los puntos de conflicto en las parejas. Algo que no debería pasar.
Cuando elegimos a una persona como compañero/a de vida, deberíamos saber que no va a ser un camino de rosas, que los problemas surgirán. A veces, debido al choque de dos personalidades diametralmente opuestas, a veces problemas cotidianos o imprevistos que surgen en las vidas de todos/as.
Pero, muchas veces, no tenemos en cuenta que esas cosas van a pasar. Y eso ocurre porque nos hemos quedado en los cuentos de hadas, en los que todo acababa con el “fueron felices y comieron perdices”.
Y, claro, los príncipes y las princesas nunca se quedan sin dinero…
Así las cosas, resulta que las personas de menos de 35 años que suelen haberse acogido a la “moda”. Lo tuyo es tuyo y lo mío es mío y cada uno maneja lo suyo y comparten los gastos comunes. Estos son los que menos se lo piensan a la hora de partir peras y marcharse cada uno por su lado.
Sin embargo, las mayores de esa edad, en cuya mentalidad estaba “lo que es tuyo o mío, ahora es nuestro”, se encuentran en un callejón sin salida a la hora de tomar la decisión de separase ya que les unen demasiadas “deudas conjuntas”.
Que triste es que, el dinero sea o la causa de la separación o la causa de unión entre dos personas.
El amor debería, justamente para unirles en la lucha diaria y pelear juntos para resolver el problema.
Aprender a amar, es también aprender a que hay que aprender a sobrevivir en las carencias. Que echar la culpa a la otra persona no resolverá el problema y que, sobre todo, si salís huyendo de una pareja por ese motivo, no tardaréis a encontraros inmersos/as en otra situación parecida porque no habéis llegado a madurar en el desarrollo de vuestras habilidades y capacidades para convivir en pareja.
Cuando os miráis tiernamente a los ojos con ese maravilloso polvo de estrellas que os endulza la mirada en ese primer tiempo de relación, preguntaos:
¿qué pasaría si un día llegara en que uno de los dos o los dos perdierais el trabajo?
¿si no pudierais hacer planes para la próxima escapa romántica?
o ¿cómo pensáis gestionar vuestras finanzas?
¿Seréis egoístas y dejaréis a la otra persona “tirada” o le tenderéis la mano para salir juntos del pozo?
Sed sinceros/as con vosotros/as mismo/as. Y, si la respuesta no está muy clara en vuestra cabeza, sacudiros el polvo de estrellas de los ojos porque es bastante probable que no estéis maduros/as para emprender esa aventura de ser pareja.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Mira también